Janet Malcolm: Leyendo a Chéjov







Traté de tranquilizarme, de superar mi mezquina obsesión por la pérdida de unas prendas, y con ese fin invoqué a Chéjov y ese sentido de lo que es importante en la vida que con tanta fuerza se desprende de su obra…


«La vida sólo se concede una vez, y hay que vivirla con valentía, con plena conciencia, disfrutando de su belleza», dice el narrador tísico de El relato de un desconocido… Esa frase (o una variante) aparece relato tras relato y es pronunciada de forma tan serena y despreocupada que casi no paramos mientes en su horror. Chéjov nunca insistía en nada. No predicaba, ni siquiera enseñaba. Es nuestro poeta de lo provisional y lo fragmentario…

Chéjov sólo vivió cuarenta y cuatro años, y durante el último tercio de su vida fue plenamente consciente de la probabilidad de una muerte prematura. Los que no vivimos bajo una sentencia de muerte tan explícita no podemos saber lo que eso significa. Las obras maestras de Chéjov nos lo cuentan siempre de manera indirecta.


Janet Malcolm: Leyendo a Chéjov.