Michel Houellebecq: Plataforma






Cuando era joven había conocido a muchos militantes que creían necesario hacer que la sociedad evolucionara en tal o cual dirección; no había sentido por ellos ni simpatía ni estima. De hecho, poco a poco había aprendido a desconfiar de ellos: su manera de interesarse por las causas generales, de considerar la sociedad como si ellos fueran los que debían cobrar los beneficios, era bastante sospechosa. ¿Qué tenía yo que reprocharle a Occidente? No mucho, pero tampoco me sentía muy apegado a él (y cada vez entendía menos que alguien pudiera sentirse apegado a una idea, a un país, a cualquier cosa que no fuese un individuo)… No estaba muy claro que la sociedad pudiera sobrevivir mucho tiempo con individuos como yo; pero yo podía sobrevivir con una mujer, apegarme a ella, intentar hacerla feliz.


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