Aunque lo procuréis no ha de cambiar el mundo…
y mi espíritu, en fin, otra ofensa no sufre
al ver a un hombre artero, injusto, interesado,
que si viese a los buitres hambrientos de carnaza,
dañinos a los simios, o a los lobos rabiosos.
Molière: El misántropo.
Foto: Notre Dame, París © Juan Medina