Italo Calvino: Si una noche de invierno un viajero







Puedes salir de la librería contento, hombre que creías terminada la época en la que uno puede esperar algo de la vida. Llevas contigo dos expectativas distintas y ambas prometen días de gratas esperanzas: la expectativa contenida en el libro —de una lectura que estás impaciente por reanudar—, y la expectativa contenida en ese número de teléfono —de volver a oír las vibraciones, ora agudas, ora veladas de esa voz, cuando responda a tu primera llamada, dentro de no mucho, incluso mañana mismo, con la frágil excusa del libro, para preguntarle si le gusta o no le gusta, para decirle cuántas páginas has leído o no has leído, para proponerle volveros a ver...

Tu lectura ya no es solitaria: piensas en la Lectora que en este mismo momento está abriendo también ella el libro, y hete aquí que a la novela por leer se superpone una posible novela por vivir, o mejor dicho: el inicio de una posible historia.

Italo Calvino: Si una noche de invierno un viajero.



Foto: Punta de Teno, Tenerife, España  © Juan Medina