El viaje en el espacio es a la vez un viaje en el tiempo y
contra el tiempo. La complejidad estratificada y condensada de un lugar emerge a
veces con violencia, como semillas que rompen la vaina. Nosotros somos tiempo cuajado,
dijo en cierta ocasión Marisa Madieri. Y no sólo cada individuo, también cada lugar
es tiempo cuajado, tiempo múltiple. Un lugar no es sólo su presente, sino
también ese laberinto de tiempos y épocas diferentes que se entrecruzan en un
paisaje y lo constituyen; así como pliegues, arrugas, expresiones excavadas por
la felicidad o la melancolía, no sólo marcan un rostro, sino que son el
rostro de esa persona, que nunca tiene solo la edad o el estado de ánimo de aquel
momento, sino el conjunto de todas las edades y todos los estados de ánimo de
su vida. Paisaje como rostro, el hombre en el paisaje como la ola en el mar. El
paisaje ‒como en la poesía de Andrea
Zanzotto‒ es estratificación de tierra y
de historia.
Claudio Magris: El infinito viajar.
Foto: Parque Nacional del Teide, Tenerife, España © Juan Medina