Ya no me queda mucho por decir,
la larga noche viene.
Por eso es que te digo
que este final de día que me das
tiene una luz de bola de cristal
donde toda una vida se decanta
en sus reflejos irisados, en
una música de agua, un centro
de transparente trascendencia,
lo mismo que tus ojos cuando buscan
su sosiego en los míos.
La bola de cristal será una cita
cuando la noche llegue;
en su ausente mandala
podrás aproximar tu azul mirada
al colmado vacío de la esfera,
y sé que de algún modo
nos estaremos viendo,
y sé que de algún modo
te besaré los párpados.