Y así como en el discurso de un hombre culto apreciamos el
silencio que lleva a cuestas —el tiempo transcurrido en pupitres mudos, su
impecable sistema de lectura—, del hombre impar nos fascina su existencia en
precario, el talento para sobreponerse, la intención de sus noches.
Belén Gopegui: La escala de los mapas.