25·6·37
N. se ha ido tres días a la ciudad, para comprar algunos
trastos para la casa. El silencio es aquí como un pulso discernible: el latido
del corazón del tiempo mismo. Estoy todo el día solo en la gran roca; el mar
está frío, su frescor duele en el fondo de la garganta como un vino helado;
pero azul como la tumba mientras el sol arde. Esta noche una carta de ella por
barca: «He comprado para nosotros un cúter de veinte pies. Estoy terriblemente excitada:
el mundo entero parece abrirse ante nosotros. Pero, oh, navega como un vino
oscuro. Lo llevaré mañana con Petrus. Espérame en la punta».
Lawrence Durrell: La celda de Próspero. Recuerdos de
la Isla de Corfú.
Foto: Lanzarote, Islas Canarias, España © Juan Medina