Henry Miller: El coloso de Marusi

 






Dios lo ha concebido todo de antemano. Nada tenemos que resolver nosotros: se ha resuelto todo para nosotros. No debemos hacer sino derretirnos, disolvernos, flotar en la solución. Somos peces solubles y el mundo es un acuario.

Alexandros estaba haciéndome señas. El almuerzo estaba listo. Vi que había puesto la mesa sólo para mí. Insistí en que pusiera un plato para él. Me costó convencerlo para que lo hiciese. Tuve que rodearlo con mi brazo, señalar al cielo, barrer el horizonte, incluirlo todo en un gran gesto antes de poder inducirlo a que accediera a compartir la comida conmigo. Abrió una botella de vino tinto, un vino espeso y embriagador que nos situó inmediatamente en el centro del Universo con unas aceitunas y un poco de jamón y queso.

Henry Miller: El coloso de Marusi.

 

  

Foto: Paleokastritsa, Corfú, Grecia  © Juan Medina