Nick Hornby: Cómo ser buenos

 





 

Y lo que pienso, creo, es lo siguiente: vivimos lo que la inmensa mayoría de la gente consideraría una vida normal y corriente. Hay quienes –los cantantes de rock, los novelistas, los jóvenes columnistas de los periódicos, aquellos que fingen ver todo lo relacionado con los niños y los trabajos diurnos y los viajes organizados como una larga y angustiosa muerte espiritual– nos considerarían gente absolutamente despreciable, dada nuestra incondicional adscripción a un ideal de vida eminentemente conservador. Hay otros, y ustedes saben perfectamente quiénes son, que nos considerarían increíblemente afortunados, bienaventurados, mimados por nuestra cuna y nuestro color de piel y nuestra educación y nuestros ingresos. No tengo nada en absoluto contra los segundos (¿cómo podría tenerlo?). Sé lo que tenemos, y lo que no hemos tenido que padecer. Pero los otros... No sé. Porque me da la sensación de que la vida normal, o el tipo de vida «normal» que esa gente desprecia, entraña ya un montón de cosas que impiden de por sí una muerte espiritual angustiosa, y un montón de cosas que son sencillamente angustiosas, y, de todas formas, ¿quiénes son esos señores para juzgar a nadie?

Nick Hornby: Cómo ser buenos.